jueves, 20 de octubre de 2011

Dime en qué trabajas y te diré las notas de tus hijos

Por Adrián Arcos.  

El rendimiento escolar de los niños depende, en gran parte, de la profesión de los padres. El informe PISA nos revela que los hijos de aquellos que ocupan tareas directivas, ejecutivas o administrativas sacan mejores notas que los hijos de empleados que trabajan habitualmente en fábricas, talleres o industrias.

Aunque el rendimiento escolar de los niños depende de muchos factores, el ambiente familiar juega un papel más que importante. El hogar es la primera escuela del ser humano donde adquiere sus nociones de la vida, se inculcan los valores y se prepara al niño para enfrentarse a los retos escolares. Por eso la actitud de los padres resulta fundamental para que los niños aprovechen al máximo su tiempo de estudio.
  
Y precisamente, esa actitud va a depender en gran medida de su nivel profesional. Esta influencia del trabajo de los padres en el rendimiento de sus hijos ha sido analizada por el Gabinete de Análisis Demoscópico (GAD3) en un estudio elaborado en exclusiva para PADRES, y que se basa en los 475.000 exámenes que conforman el último Informe PISA realizado en 2009 por la OCDE.
  
Para clasificar las profesiones, PISA utiliza la clásica denominación norteamericana de “trabajadores de cuello blanco” (white collar workers, por la camisa blanca con corbata) y “trabajadores de cuello azul” (blue collar workers, por el mono de azul). Los de cuello blanco son aquellos que se ocupan de las tareas directivas, ejecutivas o administrativas, según su cualificación, siempre en oficinas o despachos.
  
Los de cuello azul son aquellos empleados que trabajan habitualmente en fábricas, talleres o industrias (mecánicos, obreros de la construcción, vendedores…). Ambos grupos pueden pertenecer a organismos públicos o a empresas privadas.
  
De los datos de PISA se desprende que cuanto mayor es la cualificación profesional de los padres mejor es la puntuación media que obtienen los hijos en el informe internacional. Las notas medias más altas corresponden a los alumnos cuyos padres están trabajando en profesiones de cuello blanco altamente cualificadas. Por el contrario, los hijos de trabajadores de cuello azul poco cualificados obtienen los peores resultados. La diferencia entre ambos tipos de cualificaciones llega a sobrepasar incluso los 60 puntos (mirar cuadro de la página siguiente).
  
Este hecho se produce también en el caso de las madres, ya que a mayor cualificación, mejores son los resultados académicos de los hijos. En este sentido, las notas de los alumnos cuyas madres son legisladoras o altas funcionarias son excepcionalmente altas (en este caso, la diferencia entre las madres de cuello blanco altamente cualificadas y las de cuello azul con cualificación media alcanza los 70 puntos).
  
En España también se produce la misma correspondencia, aunque las diferencias de puntuación entre los alumnos cuyos padres son empleados de cuello blanco y aquellos que son hijos de trabajadores de cuello azul son algo menores que a nivel mundial. Esto se produce especialmente en el caso de los padres (la diferencia en el caso de España es de 49 puntos, frente a los 61 a nivel mundial).
  
El informe de 2009 titulado Sistema educativo y capital humano, realizado por el Consejo Económico y Social (CES), también resalta el papel fundamental que desempeñan los padres en el itinerario educativo de los hijos desde las edades más tempranas, estimulando su aptitud para el aprendizaje y fomentando el hábito de la lectura, educando en valores y especialmente inculcándoles el valor de la Educación, proporcionándoles un entorno de condiciones adecuadas para el estudio o apoyándoles en la realización de las tareas extraescolares.
  
El papel de la madre

Este informe del CES establece como elementos más influyentes el número de libros en el hogar y el nivel de formación de los padres, y más concretamente el alcanzado por las madres. Para el CES “esto viene a explicar los resultados de España, dado el conocido retraso educativo de su población, que se constata en PISA al comparar el nivel educativo de las madres de los alumnos españoles participantes con el promedio de la OCDE”. El estudio constata que en nuestro país “hay un elevado porcentaje de madres con estudios primarios o secundarios obligatorios (42% frente a un 19% en la OCDE), y, en cambio, porcentajes reducidos de las que tienen estudios secundarios postobligatorios (26% frente a 42% en la OCDE) o superiores (24% frente a 35% en la OCDE)”.

Ahora bien, el informe advierte de que “no todas las familias tienen, por razones culturales y socioeconómicas, las mismas condiciones para garantizar ese apoyo”. De ahí que considere necesarias “iniciativas de los poderes públicos de respaldo a la formación y a la participación de los padres para permitirles asumir un papel de complemento que es imprescindible en los resultados educativos de los hijos y en la prevención del fracaso escolar”.

El último informe del Consejo Escolar del Estado también trata este tema y lamenta que “algunas familias con dificultades económicas o las que no reconocen el valor de la Educación puedan animar a sus hijos al abandono escolar temprano”. Sin embargo, también destaca que “en algunas culturas, las familias con bajo nivel socio-económico son más ambiciosas en el nivel educativo de sus hijos que las de nivel socio-económico más alto”.

En cualquier caso, el CES aconseja que “las Administraciones proporcionen recursos humanos y materiales para dar este apoyo a los alumnos en el horario extraescolar, especialmente en las situaciones de carencias familiares por razones de desestructuración, exclusión social, etc”.
  
Desde la confederación de APA de la escuela pública (la Ceapa), su presidente, Jesús Mª Sánchez, reconoce que “la cualificación profesional de los padres es uno de los factores más importantes que inciden en los resultados escolares, lo que está relacionado directamente con el nivel socioeconómico de la familia”, aunque, por eso mismo, considera que “la escuela debe dar más a quién más lo necesita, compensar las desigualdades de origen y no reproducirlas”.

Según Sánchez “la escuela pública, que acepta a todo tipo de alumnado sin distinción, es el único modelo que garantiza que los niños de un nivel socioeconómico y cultural desfavorecido puedan reducir la gran brecha que marca el origen familiar”. No obstante, para el presidente de la Ceapa, “también tiene gran importancia en los resultados escolares las expectativas de los padres respecto a la educación de sus hijos”.
  
Por su parte, desde la Concapa –confederación de padres católicos–, su presidente, Luis Carbonel, considera que “más que el nivel profesional, resulta más determinante que los padres estén preocupados y ocupados por sus hijos en el día a día en casa y en el contacto con el centro educativo”. Para Carbonel, esto se demuestra en que “la mayoría de nuestros padres no tenían estudios, pero, sin embargo, hoy la mayor parte de los jóvenes españoles tiene una carrera universitaria”. 
  
Un buen lugar de estudio
  
El estudio de GAD3 también analiza la influencia que un buen lugar de estudio tiene en los resultados escolares. En este sentido, los alumnos que disponen en su hogar de mesa, habitación propia y de un lugar específico para estudiar obtienen mejores calificaciones en todas las materias que aquellos estudiantes que carecen de un espacio adecuado. La diferencia se hace especialmente intensa en el caso de disponer de pupitre o escritorio en casa, ya que alcanza los 70 puntos. Con respecto al lugar de estudio, la diferencia llega a los 45 puntos, mientras que tener una habitación propia resulta lo menos influyente, con diferencias de hasta 39 puntos.

Además, según el informe realizado por la consultora, las chicas aprovechan mejor que los chicos todos los elementos de estudio que hay en el hogar (mesa, habitación y lugar). De esta forma, de entre todos los alumnos examinados que disponen de lugares específicos de estudio en sus casas, las chicas sacan notas más altas que los chicos, y en todas las materias. Las diferencias son de seis puntos en el caso de tener escritorio o pupitre, nueve si se dispone de habitación propia y siete si se tiene lugar específico para estudiar.

Fuente: Padres y Colegios

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